Fue una tarde de finales de noviembre, cuando la luz del sol ya apenas dibujaba naranjas y violetas imposibles sobre el horizonte y las farolas de la ciudad se encendían al unísono preparándonos para otra noche de otoño por delante.
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Fue una tarde de finales de noviembre, cuando la luz del sol ya apenas dibujaba naranjas y violetas imposibles sobre el horizonte y las farolas de la ciudad se encendían al unísono preparándonos para otra noche de otoño por delante.